Los trastornos intestinales son muy frecuentes y afectan, en mayor o menor medida, a casi la totalidad de la población. El estreñimiento y la diarrea son dos de los principales.
Tanto el estreñimiento como la diarrea no son una enfermedad, sino un síntoma de un trastorno cuya gravedad depende de la causa que lo origine.
Una microbiota equilibrada contribuye a evitar la aparición de estas disfunciones que suelen ser, precisamente, junto con la inflamación, las primeras en aparecer cuando se produce una alteración en la microbiota digestiva.
Antes de recurrir al tratamiento con laxantes o antidiarreicos, según el caso, la adopción de hábitos saludables y prestar atención al cuidado de la microbiota pueden contribuir a mantener alejados estos trastornos.
Las bacterias intestinales comienzan a colonizar el intestino en pequeñas cantidades ya desde la vida intrauterina, aunque la colonización masiva se produce con el paso del bebé por el canal del parto, por lo que, el primer factor que condiciona la composición de la microbiota intestinal es el tipo de parto, habiendo diferencias entre los niños nacidos por cesárea o por vía vaginal. A continuación, la alimentación también contribuye a configurar el patrón microbiano, siendo distinto en los niños alimentados con leche materna o con lactancia artificial.
Y una vez establecido el equilibrio durante los primeros años, numerosos factores van a influir en la composición de la microbiota: La dieta rica en frutas, verduras, cereales y granos integrales favorece el crecimiento de lactobacilos y bifidobacterias por lo que condiciona una microbiota saludable, mientras que la dieta eminentemente cárnica está más relacionada con estados disbióticos; los tratamientos farmacológicos también pueden influir en la composición microbiana: los antibióticos son los que más afectan a la microbiota, ya que el antibiótico puede matar bacterias beneficiosas y favorecer que ese hueco ecológico se rellene con otros tipos de bacterias diferentes a las autóctonas, pero otros medicamentos como los AINE o los IBP también pueden afectar a la microbiota. Por último, decir, que influyen también factores genéticos, situaciones de estrés mantenido o la aparición de infecciones intestinales a lo largo de la vida.
El estreñimiento es una afección muy frecuente en nuestro medio, pues afecta a aproximadamente un tercio de la población. Los pilares básicos del tratamiento del estreñimiento son la ingesta de fibra y la hidratación adecuada, pero cada vez se está dando más importancia al papel de los probióticos como reguladores de la microbiota intestinal y del tránsito intestinal.
Como ya hemos indicado, la ingesta adecuada de fibra es esencial para mantener un tránsito intestinal adecuado. La fibra tiene un efecto mecánico, pues aumenta el volumen de las heces, lo que aumenta el peristaltismo. Existen dos tipos de fibra, la soluble y la insoluble; la fibra soluble, además de aumentar el volumen de las heces, las hidrata y fluidifica, facilitando su expulsión y tiene un efecto prebiótico, es decir, sirve como alimento a las bacterias beneficiosas intestinales y por lo tanto ayuda al equilibrio de la microbiota intestinal.
Probióticos y fibra soluble presentan por tanto un efecto sinérgico entre ambos, de manera que la fibra actúa como prebiótico y por tanto alimento de los probióticos, mientras que los probióticos, al regular el tránsito intestinal, favorecen el efecto de la fibra.
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La diarrea aguda infecciosa es un síndrome que se caracteriza por la inflamación del intestino, producida por un microorganismo, habitualmente un virus, que produce un aumento de la frecuencia y de la cantidad de las heces, así como de su fluidez. También es frecuente la diarrea causada por antibióticos.
Cuando una persona padece una diarrea aguda, el tratamiento debe ir encaminado a intentar disminuir la duración de la diarrea y a prevenir o tratar la deshidratación. Este segundo punto debe hacerse mediante la administración de sales de rehidratación oral. En cuanto a la disminución de la duración de la diarrea, cabe hablar del uso de la levadura Saccharomyces boulardii que ha demostrado acortar el tiempo de la diarrea tanto en diarrea infecciosa como en la diarrea postantibiótica, tanto en niños como en adultos. Saccharomyces boulardii se adhiere a los patógenos e impide su proliferación, mejorando la digestión de los nutrientes y controlando la inflamación de la mucosa intestinal y por tanto la diarrea.
El tiempo que tardan los alimentos en ir desde la boca hasta el ano se denomina tránsito intestinal. En condiciones normales el tránsito intestinal es de media de unas 30 a 40 horas, por lo que la eliminación de heces debe hacerse idealmente 1 vez al día. Cuando el tránsito intestinal se enlentece y además cursa con heces duras y difíciles de expulsar, se denomina estreñimiento. Cuando aumenta la frecuencia, fluidez y volumen de las heces, se denomina diarrea.
Las bacterias de la microbiota intestinal contribuyen a la regulación del tránsito intestinal, por lo que su equilibrio es fundamental para prevenir tanto el estreñimiento como la diarrea. Existen ya numerosos estudios sobre el efecto de los probióticos en el tránsito intestinal, tanto en niños como en adultos. En estos estudios se concluye que los probióticos son útiles para mejorar el tránsito intestinal y por tanto tienen utilidad en estreñimiento crónico funcional.
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En el intestino humano habitan unos 100 billones de bacterias de unas 1000 especies distintas. Cuando un número tan elevado de individuos que pertenecen a distintas especies tienen que compartir un mismo hábitat, la organización es fundamental. Entre las distintas bacterias se crean interacciones y a su vez los microorganismos interactúan con el medio, en este caso, con el cuerpo humano; por lo tanto, las bacterias que conforman la microbiota intestinal constituyen un ecosistema, en el que por supuesto, el hombre tiene una importante participación.
Los ecosistemas se autoequilibran y cada especie controla la población del resto de las especies. Cuando se produce un desequilibrio por algún factor, probablemente externo al ecosistema, las consecuencias pueden ser muy negativas. La microbiota intestinal está equilibrada y autorregulada, pero distintos factores pueden producir un desequilibrio, es decir, una disbiosis. La disbiosis está presente en más de 100 enfermedades humanas, pues las alteraciones del ecosistema bacteriano intestinal producen cambios en el medio, o lo que es lo mismo, en el propio organismo humano.
Los complementos alimenticios no están pensados como sustitutos de una alimentación variada y equilibrada ni de un estilo de vida saludable.
Lea detenidamente la información del producto y consulte con un profesional sanitario.