Cada vez se da mayor importancia a la modulación de la microbiota intestinal mediante el empleo de probióticos, prebióticos y simbióticos para tratar diversas enfermedades, principalmente problemas gastrointestinales. En el caso concreto de los prebióticos, algunos estudios sugieren que podrían ejercer efectos fisiológicos beneficiosos para la salud y el bienestar del organismo, en relación con su capacidad para modular la microbiota intestinal.
Durante los últimos 30 años los prebióticos han suscitado un gran interés entre investigadores de ámbitos tan variados como la nutrición, la biomedicina, la industria de la alimentación y la administración. A lo largo de todos estos años, se han propuesto diferentes definiciones, persistiendo todavía hoy el debate de si estas reflejan todas las propiedades que pueden presentar los prebióticos.
Actualmente, la definición más aceptada es la de “un sustrato que es utilizado selectivamente por los microorganismos del hospedador confiriendo un beneficio para la salud”. Las sustancias más utilizadas son los oligosacáridos, concretamente los fructooligosacáridos, galactooligosacáridos e inulina. Éstos se pueden adquirir de la alimentación principalmente en verduras y frutas. En caso necesario se pueden suplementar recurriendo a complementos alimenticios.
Dicho coloquialmente de otra forma, los prebióticos son fibras vegetales especializadas. Actúan como fertilizantes que estimulan el crecimiento de bacterias sanas en el intestino. Los prebióticos se encuentran, de forma natural, en muchos alimentos, como por ejemplo frutas y verduras.
Los prebióticos son ingredientes alimentarios que son fermentados selectivamente, lo que promueve cambios específicos de la composición y/o actividad de la microbiota intestinal, confiriendo beneficios a la salud del huésped. Suelen ser hidratos de carbono no digeribles presentes en frutas y verduras, sobre todo alcachofas, plátanos, espárragos, tomates o espinacas. Pero también los encontramos en los ajos, cebollas, miel, cebada, legumbres o patatas.
Tienen un efecto beneficioso para el consumidor porque estimulan el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas frente a las patógenas, consiguiendo restaurar la microbiota intestinal.
Algunos estudios sugieren que los prebióticos podrían ejercer efectos fisiológicos beneficiosos para la salud y el bienestar del organismo, en relación con su capacidad para modular la microbiota intestinal. Estos efectos pueden ser ejercidos no sólo en el colon, sino también en todo el organismo contribuyendo, de esta forma, a reducir el riesgo de padecer ciertas enfermedades intestinales o sistémicas.
Se atribuyen a los prebióticos otra serie de propiedades relacionadas con determinadas enfermedades sistémicas.
Los prebióticos también favorecen la absorción de minerales tales como el calcio, magnesio, zinc y el hierro debido a la capacidad de unirse a ellos impidiendo, de este modo, su absorción en el intestino delgado alcanzando el colon donde son liberados y posteriormente absorbidos.
Resumiendo, los posibles efectos beneficiosos de los prebióticos son:
Para que una sustancia (o grupo de sustancias) pueda ser definida como un prebiótico debe cumplir los requisitos siguientes:
Los complementos alimenticios no están pensados como sustitutos de una alimentación variada y equilibrada ni de un estilo de vida saludable.
Lea detenidamente la información del producto y consulte con un profesional sanitario.