Sabemos que la microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan en el tracto intestinal y que son esenciales para la buena salud humana. Sin embargo, se puede producir un desequilibrio en la estructura y la función normal de la microbiota que provoca diferentes trastornos en el aparato digestivo como diarreas, estreñimiento e, incluso, obesidad o enfermedades inflamatorias intestinales.
Esta disbiosis puede estar causada por el uso o mal uso de los medicamentos pueden destruir la microbiota intestinal. Y, entre los medicamentos que más pueden perjudicar, se encuentran los de uso común como los protectores de estómago hasta antibióticos o laxantes. Pero también ciertos antidepresivos, ansiolíticos, antiinflamatorios, corticoides o anticonceptivos orales.
Entre los fármacos más prescritos y que más agreden a la microbiota se encuentran los inhibidores de la bomba de protones (IBP). Este grupo de fármacos tiene como objetivo la disminución de la secreción ácida del estómago, por lo que se emplean para el tratamiento y la prevención de úlceras gástricas y duodenales. Sin embargo, se utiliza para evitar la acidez estomacal de un día puntual. Además, esa idea de “protector” hace pensar al paciente que sirve para cualquier molestia gastrointestinal producida por la toma de fármacos. Por ello, hay una tendencia a su uso con la toma de, por ejemplo, antibiótico. Su uso se prolonga en el tiempo destruye la microbiota y produce efectos secundarios como son las cefaleas, dolor abdominal, diarrea, náuseas y estreñimiento.
Destacamos también el mal uso o uso excesivo de los antibióticos y su efecto en la pérdida de los microorganismos del intestino. Ello provoca, además de las altas tasas de resistencia que se registran a nivel mundial en los últimos años, alteraciones en la microbiota de nuestro organismo que pueden modificar el funcionamiento del sistema inmunitario y del metabolismo.