La enfermedad celiaca es la enfermedad crónica intestinal más frecuente, con base autoinmune, de sintomatología variada y provocada por el gluten y proteinas relacionadas con éste, en aquellas personas genéticamente predispuestas.
La celiaquía puede manifestarse a cualquier edad y el único tratamiento eficaz que existe es la dieta sin gluten permanente.
Estudios recientes consideran que la alteración en la estructura y diversidad de la microbiota intestinal puede contribuir a la aparición de los síntomas relacionados con ciertas enfermedades entre las que se encuentra la celiaquía.
Se ha demostrado que la composición de la microbiota de los pacientes con enfermedad celiaca es diferente a la de individuos sanos y esos cambios pueden relacionarse con la presencia de ciertos síntomas y manifestaciones clínicas de la enfermedad.
La incorporación de probióticos específicos, como complemento a la dieta sin gluten, que permitan recuperar el equilibrio en la microbiota, puede ayudar a disminuir los síntomas de esta enfermedad al potenciar la respuesta inmune, mejorando el estado de la barrera intestinal y/o mediante la degradación de los péptidos del gluten causantes del trastorno.
Entre las principales funciones de la microbiota está el desarrollo y regulación del sistema inmune y el mantenimiento de la barrera intestinal. Esta función dependerá de los microrganismos que conforman la microbiota, de su correcta distribución, localización, cantidad y de los metabolitos que producen.
Algunos componentes estructurales de las bacterias provocan la activación de la cascada inflamatoria que implican a diversas interleucinas y citocinas. En cambio, existen otras bacterias que son capaces de elaborar metabolitos (ácidos grasos de cadena corta) que pueden inhibir la inflamación. El desequilibrio de la microbiota (disbiosis) producido como consecuencia de numerosos factores como la genética, edad, sexo, el tipo de nacimiento, dieta, uso de antibióticos, estrés, exceso de actividad física, etc. puede producir una alteración de la barrera intestinal y un aumento de la permeabilidad intestinal produciendo inflamación a nivel local y sistémico.
La enfermedad celiaca es una enfermedad autoinmune desencadenada tras la ingesta del gluten en individuos genéticamente predispuestos y que han estado bajo la influencia de diversos factores. Entre los factores que influyen se encuentran:
Todos estos factores están relacionados con cambios en la microbiota de estos pacientes.
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No está aclarado si la disbiosis es causa o efecto de la enfermedad celiaca, lo que se sabe es la existencia de una relación del microbioma y la enfermedad celiaca. Sabemos que la microbiota es capaz de producir ácidos grasos de cadena corta, unas sustancias producidas tras la fermentación de la fibra que se ingiere a través de la dieta y que desempeña diversas funciones en el organismo. Bien, sabemos que estos ácidos grasos influyen de forma importante en la regulación de la respuesta inmune muy implicada en los pacientes celiacos. Se ha demostrado que la microbiota intestinal puede modular el sistema inmune y según el tipo de microbiota existente podría ser un factor que aumente o disminuya el riesgo de enfermedad celiaca.
Para que los péptidos del gluten puedan entrar en contacto con las células del sistema inmunitario, tienen que atravesar la barrera intestinal. La microbiota de una persona sana es capaz de mantener la barrera intestinal evitando el paso de sustancias y regulando la producción de moco, pero en los celiacos existe una disbiosis intestinal con un aumento de la permeabilidad intestinal tanto en sujetos con enfermedad celíaca no tratada como en sujetos con enfermedad celiaca tratada con una dieta sin gluten. Algunas bacterias comensales constituyen importantes estímulos para el adecuado desarrollo del sistema inmunitario.
Las personas que sufren enfermedad celiaca presentan una microbiota intestinal diferente a las personas sanas y esos cambios pueden relacionarse con la presencia de ciertos síntomas y manifestaciones clínicas de la enfermedad. Las personas con enfermedad celiaca presentan una mayor proporción de Bacteroides (con perfil diferente a un paciente sano) y una menor proporción de bifidobacterias (sobre todo del Bifidobacterium Longum) en personas celiacas con enfermedad no activa y activa.
Por otro lado, existe un mayor crecimiento de las proteobacterias y estafilococos en personas con enfermedad celiaca activa.
Tanto en la enfermedad celiaca activa como en la no activa existe un aumento marcado de bacterias gran negativas en concreto de E. coli y Bacteroides.
El balance existente entre lactobacilos y bifidobacterias (beneficioso) versus Bacteroides y E. coli (perjudicial) era contrario tanto en enfermedad activa como no activa. Estos datos avalan que la disbiosis puede estar relacionada con la presentación de la enfermedad y el desarrollo de los síntomas.
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Algunas cepas probióticas específicas pueden equilibrar la microbiota, disminuyendo las bacterias potencialmente proinflamatorias. Existen muchas razones para pensar que los probióticos son útiles en el paciente celiaco:
Las personas con enfermedad celiaca presentan un mayor riesgo de sufrir trastornos funcionales digestivos como síndrome de intestino irritable, estreñimiento, etc. probablemente en relación con la disbiosis.
En los estudios se observa que los probióticos utilizados en enfermedad celiaca, pueden mejorar los síntomas, modular la respuesta inmune periférica y modular la microbiota intestinal.
La administración de probióticos junto con dieta sin gluten restablece la microbiota intestinal de las personas con enfermedad celíaca y disminuyen las citoquinas proinflamatorias (TNF-alfa).
Entre los probióticos que han demostrado su utilidad en la celiaquía se encuentra la cepa probiótica Bifidobacterium longum ES1 demostrando ser un potente modulador de la respuesta inmune periférica y disminuye la inflamación, además, reduce la disbiosis.
La dieta sin gluten afecta por si sola a la composición de la microbiota intestinal. La dieta sin gluten influye sobre el equilibrio de especies implicadas en el metabolismo de los hidratos de carbono y almidones.
En personas con enfermedad celiaca, la utilización de dieta sin gluten no restablece la microbiota intestinal, disminuye la abundancia de bacterias patógenas pero no es capaz de aumentar las bacterias beneficiosas (bifidobacterias, lactobacilos). Las personas con enfermedad celiaca presentan disbiosis que no se normaliza a pesar de haber instaurado una dieta exenta de gluten.
Existen bacterias de la microbiota de los celiacos que instaurando la dieta sin gluten responden bien y desaparecen, pero por el contrario otras bacterias no se modifican con la dieta sin gluten y permanecen en el intestino de estos pacientes. Estos pacientes suelen corresponder a pacientes celiacos que están con dieta sin gluten y que presentan más síntomas, probablemente en relación con una mayor disbiosis.
Los complementos alimenticios no están pensados como sustitutos de una alimentación variada y equilibrada ni de un estilo de vida saludable.
Lea detenidamente la información del producto y consulte con un profesional sanitario.